24 julio 2009

imagine

¡Dios mío! Últimamente no hago otra cosa que ver películas románticas, con finales felices, películas en donde los sentimientos se vuelven realmente importantes y lo que les pasa a los personajes preocupa a alguien, películas en donde las escenas te hacen soñar, te hacen querer, y te hacen creer que si hay gente en este mundo que las imaginó y las escribió, es posible que sucedan.
Y sí, la esperanza es lo último que se pierde, y especialmente a esta edad, los 17, donde tenemos TODO por delante. Angustiarse, volverse adulto de repente, pensar que nada interesante nos sucederá nunca, abatirse y, finalmente, rendirse, es algo por lo que no deberíamos pasar en lo que al amor respecta; no, no ahora, no todavía. Hay demasiado, QUEDA demasiado tiempo, tantas cosas por vivir, tantas cosas que aprender. ¡Dios! ¿Qué nos pasa a los jóvenes, que nos dejamos vencer tan pronto en el amor? ¡El amor! El amor... hay personas a las que les llega enseguida, hay personas a las que no les llega hasta después de mucho tiempo, hay quienes creen que lo tienen, hay quienes aparentan tenerlo, hay quienes creen que no lo necesitan, y hay quienes aún no lo conocen, pero sonríen al mundo y saben, incluso con cierta certeza, que cuando menos lo esperen, cuando menos lo imaginen, cuando menos lo tengan presente, aparecerá, sí, y si es verdadero, nunca, NUNCA se irá.
El amor es así. Cuando tenga que llegar, llegará. Mientras tanto, queda la imaginación. La GRAN imaginación, que nos permite soñar despiertos, que nos permite armar historias, que nos permite reír, llorar y sentir.

Pero que, ante todo, nos permite vivir... sí, vivir aquello que no sabemos si algún día llegaremos a vivir.


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