23 enero 2011

Intriga.

Me intriga, me intriga. Aunque ya no me afectes de igual manera, aunque esté dejándote ir de una forma que jamás me hubiera creído capaz, la intriga sigue estando presente...

Como de alguna manera lo estás vos.

No como antes, eso seguro, pero aún así, ¡aún así! No deja de intrigarme.
¿Lo sabrás? Es cierto que he luchado la mayoría de las veces para no demostrarte nada, para no ser evidente. ¿Realmente habré tenido éxito? ¿De verdad no imaginaste ni imaginas nada?

No lo sé...
A veces, cuando repentinamente apareces en mis pensamientos (y digo "repentinamente" porque ya no te invoco como antes, lo que constituye uno de los avances más grandes que he logrado en lo que a tu persona respecta), ya sea porque te mencionen o te lea en alguna parte, inevitablemente comienzo a atar cabos... y siempre llego a la misma conclusión: que podrías, como también no, saber lo que me pasa, me pasaba, con vos.

Por cobarde, nunca lo pregunté.
Por valiente (sí, valiente, dado que es más difícil vivir con esta duda que tratar de encontrar una certeza), quizás nunca lo haga, ya sea para no desmoronar mi mundo, como para no sacudir el tuyo. Porque, creo, para vos no sería más que eso: una simple sacudida... O quizás no. Las ilusas e ingenuas como yo, en estos temas, no perdemos la esperanza. Pero no lo digo ni por ilusa, ni por ingenua, sino porque (creo) te conozco lo suficiente para saber que sos una persona increíble, una buena persona, una persona capaz de comprender y hasta apreciar cualquier tonta confesión de sentimientos proveniente de alguien como yo, que no suele hacer declaraciones de este tipo.

Es cierto, últimamente me has desilusionado un poco... casi no me diriges la palabra. Ya sé que no tengo que tomarlo como algo personal, porque aparentemente la relación es casi inexistente de tu parte... De hecho, yo tampoco te hablo si puedo evitarlo. Pero no termino de entender el porqué. Tu porqué.

El mío, está más que claro: cuanto menos atención te presto, menos me angustio, menos me acuerdo de todo lo que provocas en mí.

¿Pero el tuyo? ¿Cuál es tu razón? Si realmente no sabés nada, ¿qué necesidad hay de actuar conmigo de esa manera? Repito: sé que no tengo que tomarlo como algo personal. Dudo que vos lo veas así. Pero... me intriga. No es que actúes mal conmigo ni mucho menos, pero noto ciertas actitudes que me hacen sospechar que, ya sea por decisión propia o debido a influencias, de alguna manera, vos también me evitas.

La incertidumbre me mata. Quizás todas estas suposiciones estén completamente erradas, exageradas, y sólo sean el resultado de una cabeza que no hace otra cosa que darle vueltas y vueltas a lo mismo una y otra vez... Pero no lo sé.

No sé si lo sabré.

Y me intriga.

1 comentario:

. dijo...

teree, colgué últimamente. Qué tal si nos vemos en estos días?
suerte amiga