En marzo, casi me muero el día anterior a irme sólo por haber intentado vencer la nostalgia y la tristeza durante tanto tiempo con un semblante fuerte. Por suerte, hoy no me sucede lo mismo, porque sé con bastante seguridad adónde me dirijo: a seguir viviendo mi nueva vida. Y eso es algo que me encanta.
Por supuesto, sería mucho mejor si pudiera llevar conmigo a todas las personas que aprecio infinitamente; más de una vez me pregunté por qué San Martín no estará más cerca de Buenos Aires. Pero, por otro lado, si así fuera, no sería lo mismo.
La distancia es dura, ciertamente. Pero a su vez, logra generar una sensación tan particular al momento del recibimiento, tan esperado, tan ansiado, que resulta capaz de alegrarnos de una forma única.
En cuanto a mí... yo ya estoy esperando ese recibimiento, que llegará dentro de unos pocos meses. Mientras tanto, ¡a vivir la vida nueva! Que me fascina.
1 comentario:
ciertamente, mis hermanas tienen la fija idea de volver como un incentivo para seguir adelante :)
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