Charla que va, charla que viene, surge "ese" tema. Y de "ese" tema tan particular, tan especial, tan único para mi persona, comienzan a desprenderse los momentos que forman (formaron) su contenido.
En verdad, me asombré cuando me di cuenta de todo lo que había olvidado. Aunque, pensándolo bien, indudablemente no se trató de olvido, sino más bien de la necesidad de enterrar aquellos recuerdos tan valiosos para mí en el preciso instante en que se vieron arrebatados. Bueno, arrebatados no... no concretados; si es que tenían como finalidad algo en concreto.
"Ese" tema es mi obsesión. Pero lo es por el simple hecho de estar ahí, latente siempre, y no por ser yo la que vive analizándolo, como me di cuenta en plena conversación...
Porque sino, los recuerdos no habrían parecido completamente nuevos, como sucedió.
¿Esperanza? Nunca la pierdo. Pero no por eso me ilusiono, dado que, en el momento en que lo hago, un simple vistazo no buscado por mis ojos, me trae de golpe a la realidad.
Así es el... ¿amor?
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