24 julio 2010

Leer

Leer siempre ha sido una de las cosas que más disfruto hacer. De hecho, desde muy chica empecé a hacerlo porque me intrigaba todo lo que un libro podía significar. Por supuesto, empecé con los pequeños cuentos típicos para niños, donde los personajes vivían ingenuamente (tal como lo hacía yo en ese entonces) y sus historias tenían finales felices. Pero luego, a medida que iba tomándole el gusto a la actividad, comencé a interesarme por libros más gordos, aquellos que no pudiera leer en un sólo día, sino que implicaran más de tiempo.

¿Cómo olvidar el primer libro "gordo" que leí? Si bien al principio me atrapó por lo fascinante y a la vez simple de su historia (luego entendería que, detrás de su escritura infantil, son infinitas las cosas que se pueden rescatar de él), "EL PRINCIPITO" generó en mí una conexión extraña, conexión que hacía que lo tomara y lo leyera una y otra vez... Sin duda, ese libro me motivó para que siguiera leyendo otros, porque fue tanto lo que me gustó, que hizo que le tomara aún más el gusto a esa lectura 'extendida'.

Luego, llegó "MUJERCITAS", un clásico entre nosotras... Simplemente divino. Y después, un día, me llamó la atención la tapa de un libro que le habían regalado a mi hermano hacía poco: "HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL"; en el momento en que mis ojos recorrieron la primera línea, comenzó mi adicción por esa saga, a la cual también me unió un inmenso cariño, pues se trató nada menos que de la historia de ciencia ficción con la que crecí, con la que maduré... Esperar la publicación de esos libros formó gran parte de mi niñez y adolescencia.

Sin embargo, no es mi idea contar lo que cada libro leído significó para mí, porque creo que cada uno se merece su respectiva entrada en este blog. Viéndolo bien, quizás el título de esta nota no debería ser "Leer", sino "Terminar de leer".

Soy muy sincera cuando digo que leer me puede. Incluso, soy muy especial a la hora de hacerlo: no puedo leer en un viaje de treinta minutos en un colectivo, ni durante los cinco minutos libres que tengo antes de entrar a una clase de danza; me gusta leer recostada cómodamente en mi cama, a la hora de la siesta, o por la noche antes de dormir. Como si se tratara de una especie de ritual (algo similar podría decirse que me pasa con el cine, adonde puedo ir solamente con ciertas personas... pero de eso hablaré en otro momento).

No sé a qué se debe, pero me da la sensación que de esa manera logro apreciar más al libro, logro concentrarme con mayor fuerza y, por sobre todas las cosas, logro respetar a la historia que cuenta, sin distracciones o externalidades que pudieran afectar su desarrollo.

Honestamente, soy una apasionada total de la ciencia ficción; es mi debilidad. Lo monótono y rutinario de la vida real me aburre la mayoría del tiempo. Soy soñadora. Soy capaz de abstraerme y dar rienda suelta a la imaginación, a la fantástica imaginación. Es cierto, algunas veces este mundo aparte dentro de mi cabeza me juega malas pasadas, pues limita aquellas cosas que pueda apreciar de la realidad (de hecho, la mayoría de las cosas que más estimo son aquellas que tienen alguna conexión con ese 'más allá' de lo real)... Pero no puedo evitarlo.

Precisamente eso es lo que me atrae de los libros: el hecho de hundirme de lleno en una historia ficticia. Abrir un libro es abrir un mundo. Y abrir ese mundo me llena de felicidad.

Pero dije que el título de la entrada al parecer no se condice demasiado con la entrada en sí, y que "Terminar de leer" sería un encabezado más apropiado. ¿Por qué? Pues porque así como abrir un libro es abrir un mundo, y abrir ese mundo me llena de felicidad, cerrar el libro significa decirle adiós a dicho mundo, y decirle adiós me abruma con tristeza...

Sí, no puedo evitarlo: cada vez que termino un libro, me aflijo muchísimo. Es como si se tratara de una despedida. La sensación de abatimiento me desborda.

¡Y yo que me considero muchas veces fría en la realidad! Fría, ojo, no insensible. "Fría" si lo entendemos como la capacidad de permanecer entera ante las situaciones más desequilibrantes.

Pero no me sucede así con la ficción. Quizás el hecho de encontrarme sola frente al libro, sin nadie observando, sin nadie real acompañándome, hace que leer la última página me afecte tanto...

Y la melancolía me dura un tiempo... el tiempo que tardo en tomar otro libro.

1 comentario:

Manuela dijo...

Tere me encantó esta nota!
Yo soy tan complicada para engancharme con un libro, la historia me tiene que atrapar desde un principio, como me pasó con la saga de Crepúsculo justamente, y me quedé tan atada cone sa historia que desde que terminé Amanecer (creo que la historia de Bree no cuenta como libro en sí) no me enganché con ningún otro libro! A ver si me podés recomendar alguno..
Ycon lo de la melancolía te entiendo perfectamente, porque cuando te enganchás tanto con un libro hasta sentís que formás parte de la historia!!