Mi conciencia no estaba nada tranquila. Intenté ver hacia el costado, convencerme que no era tan grave aquella acción que estaba llevando a cabo, que hay personas que hacen cosas MUCHO MÁS DESHONESTAS... Y aún así, no lograba persuadirme.
Y de repente recordé aquellas clases de Derecho donde veíamos que la única sanción que tenían las normas morales cuando se quebrantaban, era la conciencia de la propia persona.
Puedo decir que esa teoría se convirtió en una insoportable vivencia: no sólo el hecho de estar siendo deshonesta, sino también el hecho de pensar y tener la certeza de que estaba siéndolo.
Finalmente, sonreí, y recordando a Harry en "La Orden del Fénix" cuando, luego de haber estado teniendo pensamientos que no eran propios de él, se dijo que sentía asco de sí mismo, me dije: "Yo no soy así."
Y la honestidad instantáneamente absorbió aquel inicio de corrupción...
Porque por más pequeña que resultase, no dejaba de ser eso: corrupción.
¡Ay señor! Ser honesto, tal como
va el mundo es ser un hombre
escogido entre diez mil.
William Shakespeare
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