02 agosto 2010

obsesión

¿Viste cuando estás obsesivo, muy obsesivo con alguna cosa en especial? Al punto de volverse un tanto enfermizo, quizás. ¿Y viste cuando encima se trata de algo que no podés tener?
Pensás, pensás, pensás, maquinás, imaginás, hasta que el cerebro se satura.

Pero, de repente, durante un mínimo instante en comparación a esa infinita obsesión, lográs distraerte, lográs escaparte, lográs separar de tu mente eso que te mantiene en vilo...


¿Todo para qué? Para que en el momento en que menos lo esperás, en que menos lo necesitás por haber podido despegarte, ¡con lo que cuesta!, de aquello que es capaz de entremezclarse en cada reflexión que circunda por tu cabeza, el objeto de tu obsesión se aparezca.

¡La puta! ¿Es qué nunca vas a dejarme en paz, mente, pensamiento, corazón, sentimiento, ilusión, idealización, o lo que mierda seas?

Quizás sea la propia obsesión la que atrae al objeto.
Quizás sea la necesidad de apreciarlo una vez más.



O quizás sea hora de dejarlo ir.

1 comentario:

TOM dijo...

no entendi un chotox
pero mientras la obsecion no se vuelva enfermedad..
es cool :D
yo m pe